Los patinetes eléctricos no pueden ser introducidos en el transporte público guipuzcoano desde hoy, lunes. Esta medida ya estaba en vigor en el transporte ferroviario, y ahora se establece también en el servicio de autobuses. La jornada se ha desarrollado con normalidad y sin altercados, ya que estas scooters prácticamente no han hecho acto de presencia en las estaciones de tren y autobús. 

En Euskotren la ley se introdujo en enero y, desde entonces, se han visto “muy pocas personas” con patinetes eléctricos, tal y como explica uno de los vigilantes de seguridad del operador ferroviario, quien a su vez expresa su satisfacción con la norma implementada en vista de los “aparatosos incidentes” acontecidos en los últimos tiempos.

La presencia de estos vehículos está siendo “muy esporádica”, y los suelen portar personas que aún no son conscientes de la medida o “quienes vienen de otras estaciones donde no hay mucha vigilancia”, cuenta este responsable de seguridad.

En Renfe la norma entró en vigor en diciembre del pasado año. Una trabajadora de la compañía, Itxaso Ugarte, apunta que desde ese momento “se ha respetado casi por completo la prohibición. Ya apenas se ven individuos con la intención de introducir patinetes eléctricos en los trenes. Creo que, en general, la gente tiene clara la norma y la cumple”, señala Ugarte.

Motivos de seguridad

Entre los ciudadanos, hay quienes defienden la medida debido a que ha sido implementada por motivos de seguridad. Uno de ellos, Aritz Gómez, usuario habitual de este tipo de scooter, opina que se ha hecho lo correcto. “Al fin y al cabo, estás metiendo un vehículo dentro de otro, y eso genera riesgos como los que se han visto hasta ahora. Yo utilizo el patinete eléctrico a diario para ir a trabajar y regresar a casa, nunca lo he introducido en el transporte público”, explica Gómez, comprensivo con la prohibición adoptada.

Un aspecto que puede hacer dudar acerca de la seguridad de los patinetes eléctricos son sus inciertas condiciones de mantenimiento. “No pasan la ITV, de modo que nadie te asegura que vayan a estar en buen estado. Es fácil que surjan problemas en un vehículo que funciona con baterías. Hay que ser muy cuidadoso a la hora de cargarlas", opina Gómez.

Precisamente, la vicepresidenta de la Autoridad Territorial del Transporte de Gipuzkoa (ATGG), Azahara Domínguez, puso el foco el pasado viernes en el peligro que representan las baterías, haciendo hincapié en los “graves daños, tanto físicos como materiales, que han producido en los últimos años”, con presencia de fuego, humo y pequeñas deflagraciones en la red de transporte público.

Esta clase de scooter no pasa por revisiones periódicas, algo que sí sucede con los coches o las motos. Por ello, Gómez percibe que es una “imprudencia” apelar únicamente a la responsabilidad de la ciudadanía para el cuidado de sus vehículos.

Patinetes ‘trucados’

Gómez destaca que entre los usuarios de estos scooters es habitual que se realicen cambios técnicos para aumentar su potencia: “Hay gente que modifica la batería del patinete para que alcance más velocidad. De esta forma, el vehículo va más rápido en las rectas, pero su autonomía se puede ver reducida a la mitad”.

Por ley, los patinetes eléctricos están regulados para alcanzar una velocidad máxima de 25 kilómetros por hora. Si se altera la batería para obtener más potencia, es lógico que esta dé problemas, ya que no está preparada para sobrepasar sus propios límites.

En caso de que se introduzcan patinetes eléctricos en el transporte público guipuzcoano, las multas pueden llegar a los 200 euros.