El Programa de Vida Independiente pone el foco en los jóvenes con discapacidad

La Diputación Foral de Gipuzkoa, la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Gipuzkoa, Elkartu, y la UPV/EHU han presentado hoy en una rueda de prensa el informe de evaluación que mide el impacto social, psicológico y económico de este programa, que desde su creación en 2004 ha apoyado a más de 60 personas, 27 en la actualidad. En el estudio de evaluación, elaborado por Elkartu y personal investigador de la UPV/EHU, han participado 18 integrantes del programa, el 66% de los que lo conforman.

En la rueda de prensa han intervenido la diputada foral de Cuidados y Políticas Sociales, Maite Peña, el director de Elkartu, Mikel Malcorra, y la decana de la facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU, Amaia Inza. 

“Nos gustaría tener a más de 27 personas. Uno de los retos es que los individuos que padecen una significativa discapacidad física reciban más ingresos para tener la posibilidad de acceder a una vivienda. Queremos que también puedan entrar en el programa quienes no disponen de una posición económica solvente”, ha expresado Malcorra. Para formar parte del programa es necesario contar con una cantidad concreta de ingresos y poder acceder a una vivienda. A partir de ahí, se proporcionan los apoyos asistenciales.

Otras amenazas detectadas son que el programa no forma parte de la Cartera de Servicios Sociales, que no es excesivamente conocido entre las personas con discapacidad, y la poca oferta de asistentes personales que actualmente existe en Gipuzkoa.

El perfil de los integrantes

El director de Elkartu ha apuntado que las personas que integran el programa tienen entre 30 y 50 años, y que fundamentalmente sufren discapacidades físicas importantes que les genera una dependencia elevada. “Necesitan ayuda para vestirse y desplazarse. No pueden desarrollar sus vidas sin apoyo”. La asistencia la reciben en sus domicilios y cuentan con una pensión de incapacidad permanente.

A este respecto, Peña ha añadido que tienen situaciones y necesidades muy diferentes: “Algunos requieren de un asistente personal y otros, de tres. Es un apoyo totalmente personalizado, no hay un límite de asistentes”. Precisamente, debido a este servicio individualizado, las ayudas económicas que reciben los usuarios también varían. “Van desde los 200 hasta los 3.000 euros, dependiendo de las horas de asistencia que se precisen”, ha explicado Peña.

Puntos fuertes

Entre las fortalezas del programa, Peña destaca su “enfoque transversal” y la oportunidad que brinda a las personas con discapacidad de “decidir sobre sus propias vidas”. Por su parte, Amaia Inza, decana de la facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV/EHU, pone en valor “la inversión social que se ha realizado, consiguiendo un impacto tremendamente positivo en el terreno psicológico, social y económico, con las mismas oportunidades de género". Malcorra opina que “hay una base sólida que permite que el programa pueda avanzar en el futuro” y destaca su naturaleza flexible: “El sistema se amolda a las personas, no al revés”.

El informe revela un alto grado de satisfacción por parte de las personas participantes, así como su compromiso por mantenerse en el programa y divulgarlo al conjunto de la sociedad.

Peña cree que el programa representa un modelo “pionero y valiente”, y que el informe realizado sobre su impacto a lo largo de estos años demuestra que “está totalmente consolidado”. Por ello, la valoración es “positiva”.

 El Programa de Vida Independiente ha “facilitado la inclusión de las personas con discapacidad en la comunidad, favoreciendo la igualdad de oportunidades, evitando el aislamiento y permitiendo su participación plena en todos los procesos de la vida”, ha defendido Peña. “Se ha cumplido con uno de sus pilares básicos: fomentar la emancipación de estas personas y evitar su ingreso en residencias”, ha expresado