El Gobierno de Navarra aprobó ayer los primeros 12 reconocimientos de ciudadanos de la comunidad foral que fueron víctimas de la violencia política policial o de extrema derecha. Un reconocimiento que se prevé sea el primero de otros muchos que llegarán, como estos primeros casos, a instancias de la Comisión de Reconocimiento y Reparación del Parlamento Foral. Se trata de un motivo de satisfacción incuestionable y un paso que consolida el amplio consenso sobre la necesidad de incorporar a estas víctimas al marco de verdad, justicia y reparación que en el pasado habían alcanzado ya las víctimas del terrorismo y de la represión franquista tras el golpe militar de 1936. En un día como este, es más necesario que nunca volver la mirada y tomar conciencia del esfuerzo y la insistencia que han sido precisos para alcanzar una situación que ha soportado más obstáculos de los debidos. Fue en 2014 cuando el Gobierno navarro encabezado por Geroa Bai puso en marcha el proceso y tuvo que soportar por ello el acoso de la derecha política y el reproche que son tan habituales en cada intento de construir una convivencia justa desde el reconocimiento del dolor de todas las víctimas de todas las violencias. La iniciativa legislativa fue respaldada por todos los grupos salvo UPN y PP en el Parlamento Foral cuando se aprobó en 2015; fue recurrida por el Gobierno de Mariano Rajoy, primero, y por PP, Vox y Ciudadanos, a continuación para tratar de imponer un relato de la historia reciente de Navarra del que quedaba excluida una parte de su ciudadanía. El Tribunal Constitucional desmintió los argumentos esgrimidos entonces y abrió definitivamente el camino a consolidar un ejercicio de convivencia desde el respeto a todas las sensibilidades que hasta la fecha seguía estando en cuestión. Más allá de que en este primer bloque de reconocimientos figuren nombres como el de Mikel Zabalza, cuyo caso es significativo por la imposición durante décadas de un relato policial criminalizador sobre su persona y negacionista del crimen del que fue víctima, lo cierto es que Navarra dispone ya de los necesarios mecanismos que permiten no hacer distingos sobre el dolor y denuncia la injusticia ejercida por todas las violencias. Aunque aún quedan algunos silencios y distanciamientos políticos que resultan clamorosos.