Parece ser que el Gobierno español, hábilmente conducido por su “cabeza”, se comporta como un ente intocable, inspirado por los dioses. Sin embargo, los ciudadanos nos vemos abocados a la desidia con que dichos dioses nos tratan, porque los dioses juegan a ser únicos, a ser verdaderos, lo cual es algo imposible de conseguir en este Mundo constituido por seres imperfectos, a los que nos definen más nuestras carencias que nuestras virtudes. Ahora mismo el Gobierno, (y la Oposición, así escrita, en mayúscula), se han empeñado en convertir el ambiente social en una jungla en la que unos y otros combaten en una guerra sin cuartel en la que los líderes parecen ocupados en salvarse a sí mismos, exclusivamente, sin que la soldadesca ciudadana participe más allá que asistiendo impertérritos al combate. En medio del desaguisado, unos y otros se empeñan en defender razones y principios que los otros juzgan irracionales.

En los últimos tiempos, Gobierno y Oposición debaten sin apenas fundamente firme, aunque entregados a un fin u objetivo que tiene que ver demasiado poco con el noble empeño de la Política que, con una u otro ideología, solo debería servir para gobernar a los pueblos, facilitar la vida de todos los ciudadanos y dar forma y contenido al bienestar, que sólo será “bien-estar” si es compartido por todos.

Aún hace menos de un mes que el Gobierno, con su máximo dirigente a la cabeza, dejó de gobernar durante cinco días. Los ciudadanos asistimos al impasse en un estado en el que la extrañeza y estupefacción se repartieron el espacio y el tiempo a partes iguales. Nunca dudé de las buenas intenciones que se escondían tras el anuncio, pero inmediatamente se vio que aquellos cinco días de reflexión podían servir para bien poco. Yo no dudo de las intenciones nobles de PS, pero durante ese período llamado “de reflexión”, y destinado a pergeñar soluciones de la crisis vivida anteriormente, nadie (salvo PS) paró de manifestarse, opinar gratuitamente, convocar manifestaciones e impacientar a los ciudadanos que habían escuchado las promesas del presidente, tan inciertas como improbables.

Como proyecto, o acción de Gobierno, aquel inciso tenía muy difícil comprensión. Recuerdo mi periodo como estudiante, en un colegio religioso, en que se dedicaban al menos tres días a un ritual de lo que se llamaban Ejercicios Espirituales, que apenas servían para que calmáramos nuestras ansias pecaminosas y, a la vez, alimentaran nuestros deseos lascivos y carnales para el día siguiente a la clausura de tales Ejercicios. En esta ocasión, los cinco días de reflexión que nos dio PS tampoco han servido para nada, salvo para recordar al melodioso Julio Iglesias que, con tanta dulzura, y balanceando el micrófono con mimo, nos cantaba “La vida sigue igual”. Y así ha sido, porque nada, absolutamente nada, ha cambiado. Los líderes políticos siguen debatiendo, sin orden ni concierto, mientras llenan páginas y páginas de los diarios, de opiniones sobre las que los lectores pasan sus miradas sin la debida atención.

A las opiniones, -más bien meros pareceres-, que los líderes esgrimen cuando se pronuncian sobre algún tema los líderes de los otros bandos le llaman “fango”. Y es ese nombre elegido lo que, de algún modo, descalifica el debate ideológico y político en que los líderes están ocupados. Porque “fango” es el “lodo glutinoso (pegajoso) que se forma con los sedimentos en los sitios donde hay agua detenida…” Y como segunda acepción, en algunas frases metafóricas, “vilipendio o degradación”.

De modo que, en mi humilde entender, es el momento para que este debate, tan miserable como infructuoso, deje paso a otros que son más necesarios y fructíferos para nuestra convivencia. Este artículo no está escrito desde la derecha ni desde la izquierda. En modo alguno pretende arrimar el ascua a la sardina de un lado o a la del otro. Se trata de llamar, aunque sea tenuemente, la atención de nuestros dirigentes para que entiendan que los ciudadanos no somos “galgos” ni “podencos”… Incluso no somos, son, perros que se mueven por instintos, A nosotros nos han de mover las ideas…